Constituyentes en la selva

(parte 1 de 4. Ver parte 1 – parte 2 – parte 3 – parte 4)
«No intenten asentar el helicóptero sobre el suelo que el terreno es bastante inclinado… déjenlo a cincuenta centímetros del piso que yo subo sin problema…». Era la voz de Alfonso Cano. Escuchamos su voz por el radio del guerrillero que viajaba a mi lado. Íbamos el piloto, el hombre de las Farc que nos guiaba y un señor venezolano enviado por el presidente Carlos Andrés Pérez para acompañar el operativo. El tipo era joven, rubio, alto, de ojos claros. No le conocí la voz ni el nombre ni el cargo, ni escuché el más leve ruido desde su asiento, del que no se movió a pesar de que volamos durante horas en el mismo aparato. Viajamos sobre la selva amazónica colombiana, recogiendo uno a uno, en lugares diferentes, a miembros de la cúpula de las Farc, para llevarlos hasta Caracas e intentar acordar las paces mediante el diálogo con delegados del gobierno colombiano.
Constituyentes en helicóptero

(parte 2 de 4. Ver parte 1 – parte 2 – parte 3 – parte 4)
Era de madrugada. Navegábamos sobre la Amazonía el piloto del helicóptero, el silencioso joven alto, mono y de ojos claros —hombre de confianza del presidente Pérez de Venezuela— y yo. Lorenzo Muelas viajaba en otro helicóptero, quién sabe por dónde y hacia dónde. En nuestra nave buscábamos, desde las alturas, la «aguja en el pajar»: una sábana azul que ondeara en algún ojo de la selva infinita, tupida, imponente.