Perdidos en los cielos de la Amazonia

(parte 3 de 4. Ver parte 1 – parte 2 – parte 3 – parte 4)
Le había propuesto a Alfonso Cano que escribiera un mensaje a la Asamblea Constituyente recién alzamos vuelo en Flandes, rumbo a Venezuela. «Lo haré», respondió. Cumplió su palabra: seguros en territorio venezolano, se acercó y puso en mi mano una hoja manuscrita con su firma y la de sus compañeros: «Lo prometido es deuda, doctor Marulanda». Guardé la nota, y de vuelta en la sala de la Constituyente se la entregué a Lorenzo Muelas para que la leyera delante del pleno. Tan pronto terminó, presenté la proposición que prometí a Cano cuando nos despedimos en Caracas: «lo prometido es deuda» también valía para mí. Era el paso más audaz imaginable en el camino de esos diálogos de paz… Lo revelaré en la última entrega de estas crónicas.